Lentamente, como siguiendo un dictado, alce mi mano derecha hasta mi cara y traté de introducirla en mi boca, senti como la piel se estiraba y la tensión insoportable en las comisuras de la labios.
No me dolia, estaba como anesteciada, insisti una y otra vez, sin tener conciencia precisa de que era lo que buscaba. De pronto entendi, comenzaron unas fuertes arcadas que en un dos por tres vaciaron mi estómago, me sentí aliviada la piera ya no estaba.
El pasado no se borra, solo se olvida, pero siempre, siempre estara ahi para atormentarte hacerte recordar o simplemente hacerte sonrreir.
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