jueves, 24 de noviembre de 2011

Cálido


Llena de invierno,
me he tragado el sol,
en los ojos se reflejan las sombras,
proyecto el letargo de mis pensamientos,
me vuelvo hoja ante el viento.

Confundo los sentidos,
impotencia en los labios,
me sonrío torcido,
doy vueltas en un rosario.

Vacía,
el cielo es el norte,
las manos el horizonte,
el cuerpo indicará distancia,
las sombras me devolverán.

1 comentario:

H. C. dijo...

Siempre me ha costado interpretar los poemas, porque si bien pienso que es necesario comprender lo que el autor pretende o insinúa decir, me guío mucho más por lo que el poema produce en mi. Hecha esta salvedad te digo que pienso (o percibo):

Los versos de la primera estrofa me parecen inconexos. Ahora bien, no debiensen porqué ser conexos. O son un bombardeo de reminiscencias o ficciones del lenguaje poético. Ser una hoja en el viento es lo que busco cuando dejo la mente en blanco o medito... divagar por el devenir, ser un objeto más entre objetos, sin autoconciencia. Vivir y sentir la nada.

Producir sinestesia, esto es, cambiar la percepción sensorial de un sentido por otra percepción sensorial no correspondiente, lo encuentro genial. Siempre he querido ver los sonidos y tocar las palabras.

Lo de dar vueltas en un rosario, me gusta. Me recuerda un "mala" -el típico rosario budista de 108 cuentas- y que, cambiando la lógica de girarlo en nuestras manos, el rosario te absorbe para nosotros girar y voltear en él. Me imagino que es cuando nos enfrentamos a lo absoluto y este nos absorbe. Cuático.

Me cuesta sacar algo de la última estrofa. Pero me gusta ese inicio, ese encuentro entre el todo y la nada, entre el sentido y el sin sentido que un "Vacia" pueden entregar. Dice poco, pero a la vez mucho. Me gustan esas palabras limítrofes del lenguaje. "Vacía" o "vacua" o "vacío" o "nada" etc, son una de ellas... porque estás delimitando algo, pero delimitándolo precisamente por lo que no es, porque no podemos hablar de la nada ni del vacio de modo positivo. Además le da un aspecto metafísico o "sagrado" esa frase "el cielo es el norte y las manos el horizonte". Es como ir a un más allá desde un más acá siendo nada. Es querer sobrepasar los límites de la finitud humana por aquello que trasciende lo humana, es querer ser lo infinito siendo finito, vivir lo absoluto desde lo particular.

El cuerpo, como límite entre el mundo y yo, límite entre Lo Otro y yo genera aquello, distancia. Es la reja que indica "esto es mío y aquello no es mío". En cuanto a "las sombras me devolverán", no sé... me choca un poco. Como que muestra un regreso al principio. Como la serpiente que se traga su cola. El Uróboros simbolizando el eterno retorno.

Sintetizando, el poema me parece un viaje desde lo humano a lo sobrehumano, de lo finito a lo infinito. Pero no nombrando ni categorizando ningún teísmo en particular, sino más bien particularizando esas experiencias de absolutez que vive el hombre en distintas dimensiones de la existencia humana día a día. Experiencias encontrables en el arte, los sentimientos, la religion, el contacto con la naturaleza y viviendo el dia a dia, disfrutando de cosas simples, etc. Experiencias que, sin lugar a dudas, otorgan sentido a la vida humana.

Eso... no soy critico. No tengo piso moral ni mucho menos intelectual para criticar a algo o alguien (jamás lo tendré, porque eso significa estar un pie más arriba que el otro, y personalmente, no me interesa ser mejor o sentirme mejor y superior respecto a otro). Por tanto, y aunque suene redundante, el poema me gustó -y mucho- a mi y no por ello tiene que gustarle a todos los demás.
Saludos!